Un miércoles más en el aula 103 de la Escuela de Letras, reunidas ahí entre ideas, chismes, frases y relatos, oyendo como una víbora “diva” atacó a Mara y del amor de Imelda por su padre, así trascurrió el taller.
Lillian que llegó más guapa que siempre, dijo: Las invito a cenar, a todas.
Volteamos a vernos, Carmen de inmediato contestó: estoy puesta. Karina con su sonrisa tímida: yo también. Jimena de voz ronquita decía: Sí, sí anden, vamos tenemos que convivir. Margarita tomo el teléfono, hizo una llamada y se apuntó. Imelda se disculpó, tomó el pequeño altar de muertos que aún adornaba la pared, pidiéndonos no dijéramos de que ella se lo llevaba, salió de salon, yo seguía con cara de “que haré”. Lillian se acercó: anda habla a tu casa y vamos, su tono me convenció. Rosa tenia un compromiso; en eso regresó Imelda diciendo que dejaría un recadito al dueño del altar, con su teléfono por si quería que se lo regresara... le entró la culpa.
Así nos enfilamos hacia la Sauceda; teníamos reservada la mesa #1, ¡claro! porque somos mujeres número uno.
Entre alitas, camarones, sushis, tacos y gorditas convivimos, nos conocemos en esencia pero irónicamente no sabemos donde vivimos con quien vivimos o de qué. Solo sabemos las inquietudes de todas por la forma de escribir.
Somos Hermanas de Letras.
Lillian que llegó más guapa que siempre, dijo: Las invito a cenar, a todas.
Volteamos a vernos, Carmen de inmediato contestó: estoy puesta. Karina con su sonrisa tímida: yo también. Jimena de voz ronquita decía: Sí, sí anden, vamos tenemos que convivir. Margarita tomo el teléfono, hizo una llamada y se apuntó. Imelda se disculpó, tomó el pequeño altar de muertos que aún adornaba la pared, pidiéndonos no dijéramos de que ella se lo llevaba, salió de salon, yo seguía con cara de “que haré”. Lillian se acercó: anda habla a tu casa y vamos, su tono me convenció. Rosa tenia un compromiso; en eso regresó Imelda diciendo que dejaría un recadito al dueño del altar, con su teléfono por si quería que se lo regresara... le entró la culpa.
Así nos enfilamos hacia la Sauceda; teníamos reservada la mesa #1, ¡claro! porque somos mujeres número uno.
Entre alitas, camarones, sushis, tacos y gorditas convivimos, nos conocemos en esencia pero irónicamente no sabemos donde vivimos con quien vivimos o de qué. Solo sabemos las inquietudes de todas por la forma de escribir.
Somos Hermanas de Letras.
6 comentarios:
Lillian gracias por la invitación, traiamos un hambre y un frio, todo supo delicioso, hoy lo resenti en la mañana pero ayer apenas nos veiamos asi que de a poco nos fuimos satisfechas y muy contentas. ¡Que se repita! Mara te deseamos lo mejor en Oaxaca, es usted grande, suerte.
jimena, nodijiste nada del mi relato...te gusto?
veronica
Vero me da mucho gusto leerte y conocerte en tus escritos, con tus detalles, no se te va una canija. Pues asi estuvo la noche llena de detalles. Y con respecto a las hermanas de letras, me parece que asi es como nos deberiamos de conocer todos, desde el fondo, es un privilegio tener el espacio para poder practicarlo. Gracias Margarita, por el espacio y a todas por compartirlo.
Oigan!! somos muchas! y las del otro grupo tambien cenamos, eh! así que inviten. Saludos y es un gusto leerlas. Desde el año pasado queriamos colarnos en su clase. Por eso la MO nos cambio a los jueves.
que rico y no invitaron
rebeca gonzalez
Qué placer Hermana-s, en estos tiempos de tirones de pelo, de guerra cotidianas y galácticas, de desperdiciadas palabras nombradas por los mediáticos..., ser de las-os que nos acomodamos o nos regocijamos con el medio de la amistad y la complicidad, somo afortunadas/os.
No me pierdo la próxima comilona, de seguro!
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