jueves, 6 de noviembre de 2008

Fragmentos de entrevista a Norman Mailer

Fragmentos de Entrevista a Norman Mailer “Escribir bien mata”
Periódico El Norte/ Monterrey, Méx. /archivo
Por Fernando de Ita

Provincetown, EU- El escritor más reconocido y más injuriado de Estado Unidos; el autor de 39 libros donde la ficción es real y lo real es ficción; el soldado de infantería que escribió una de las más duras filípicas contra la guerra; el macho que navajeó a una de sus seis esposas, que se subió al cuadrilátero con Mohammed Ali, que golpeó a George Vidal, que mereció el calificativo de cerdo macho sexual por parte de las feministas, y de homo fóbico por parte de los homosexuales.

El ganador de dos premios Pulitzer y los más altos reconocimientos de la literatura estadounidense; el narrador que escribió 17 libros entre 1962 y 1972 entre enormes dosis de whisky, marihuana y Seconal; el periodista que conmocionó a su país desde las páginas del Esquire, que fundó y le dio el nombre al periódico Village Voice; que reporteó con agudeza singular seis de las convenciones para elegir presidente de los Estados Unidos; el ensayista de las formas de violencia y poder de la sociedad de consumo; el detractor permanente del sueño americano; el escritor obsesionado por el estilo, por la frase perfecta; el candidato a la alcaldía a Nueva York.

El consejero sin paga de algunos presidentes de la nación; el enemigo acérrimo de las corporaciones capitalistas, el dominio tecnológico y el desgaste industrial de la naturaleza; el escritor que se ha proclamado a si mismo como número uno en la lengua inglesa; el dramaturgo, el poeta, el guionista de cine, el actor más controvertido de la vida literaria y política en los últimos 50 años de los Estados Unidos de América, aparece tras el muro de cristal de su casa de Provincetown, Massachussets, afligido por la artritis, la operación de cadera y la debilidad de rodillas, que, con ayuda de un bastón, lo hacen ver como un viejo boxeador de 80 años, la edad que cumplió ayer viernes 31 de enero.

Para festejar este acontecimiento, Random House, la editorial de grandes libros, puso este find e semana en circulación su volumen “THe Spooky Art”, en el que se reúnen los ensayos, las charlas y las entrevistas que Mailer ha dado en los últimos años sobre el arte de escribir, además de los retratos literarios de diversos escritores de lengua inglesa y dos sudamericanos; Borges y Garcia Márquez.

-Es que usted ha puesto a revisión muchas cosas desde la primera vez que lo entrevisté, en 1986. Su relación con las mujeres por ejemplo. En los 80 todavía sostenía ‘Lo bueno para nosotros es bueno para todos, lo bueno para las mujeres, es malo para cualquiera’, y decía, además, que las mujeres nunca podrían escribir tan bien como los hombres.

“Es cierto, quiero decir eso, de la revisión. En los últimos años me he vuelto mas tolerante con todo, menos con la estupidez. Por eso no puedo sentarme a la mesa con el señor Bush. Mi relación con las mujeres ha cambiado, tengo hijas mayores, Bárbara –así le dice Norris- me ha puesto en orden, aunque no dejo de pensar que la revolución feminista terminó muy triste, ahora las mujeres son como los hombres, se visten del mismo modo, tienen los mismos trabajos, la misma competencia, los mismos coitos solitarios, la misma soledad, el mismo aburrimiento. La revolución femenina terminó con el asalto al poder”.

-¿Y qué piensa ahora de las mujeres como escritoras?

“Lo más revelador que le puedo decir al respecto es que yo mismo he presentado la novela de mi mujer, ‘Windchill Summer’.

-¿Y su relación con los críticos? ¿Ya no los golpea cuando hablan mal de sus libros?

“Ya no lo hago, pero aquí cabe una aclaración; siempre he tenido respeto por las críticas inteligentes, incisivas, que me hacen ver algo que yo ignoraba de mis libros, así sea para demostrar que erré en el camino. Lo que detesto es la crítica que disfraza su ignorancia de pedantería intelectual, o la critica académica, incapaz de entender que la letra se escribe con sangre, con nervios, con esperma. Por el contrario, gozo la bilis de mis colegas, disfruto casi sexualmente el encono de Tom Wolf, por ejemplo”.

-¿Sigues pensando que sólo un artista puede criticar a un artista?

“Sí, esa certeza no ha cambiado; sigo pensando que los críticos de Picasso están lejos de su arte como yo de la luna”.

-A usted el tocó animar buena parte de la vida intelectual y periodística de los Estados Unidos en los años cruciales del siglo 20 ¿Cómo ve esa actividad en el siglo 21?

“Yo la veo del carajo, pero siempre que doy esta respuesta me obligo a reflexionar sobre los cambios que ha provocado la sociedad tecnológica. En los buenos viejos tiempos uno sabía con certeza por qué estaba dispuesto a pelear y por qué no. En el mundo virtual la realidad se nos escapa de entre los dedos, porque nos han cambiado la conciencia por una maquina de aplastar botones. Los medios no dejan de sorprendernos con sus innovaciones tecnológicas, pero esos adelantos no han avanzado un ápice en la comprensión del ser humano. Ahora podemos seguir por televisión el asesinato de nuestros estudiantes, pero seguimos ignorando los motivos del asesino. Podemos ser testigos de una guerra como la del Golfo Pérsico sin estremecernos por sus consecuencias porque es menos atractiva que una película de acción. Soy más bien pesimista con respecto al futuro, tengo el temor de que el mundo que imaginó Orwellsea un juego de niños frente al mundo virtual de la era tecnológica. Por fortuna, yo ya no veré este hermoso planeta convertido en una caja de plástico”.

-Usted fue un gran consumidor de marihuana. Legó incluso a declarar que se sentía orgulloso de haberse analizado bajo los efectos de la hierba. ¿La sigue usando para esos menesteres?

“Imposible. La marihuana fue mí aliada en la época más conflictiva y creativa de mi existencia, pero cobró su precio. Para un egocéntrico de dimensiones colosales como yo fue el medio para huir del psicoanálisis, y la guía para la introspección personal. Sin ella yo no habría logrado recomponer mi identidad, hecha polvo, desde finales de los años 40, cuando mi primer novela ‘Los desnudos y los muertos’, medio una celebridad y una fortuna que yo no creía merecer. Me salvo del caos interior, pero me molió el cuerpo, y para escribir una novela necesitas estar en la mejor condición física, como un boxeador ante una pelea de campeonato. Escribir consume. Escribir mata.

-¿Sigue usted pensando que es el mejor escritor vivo de los Estados Unidos?

“Naturalmente, aunque he descubierto que hay una docena de tipos que piensan lo mismo”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

interesante entrevista