sábado, 11 de julio de 2009

La lista de la alberca


Ayer protagonizé un episodio de lo más absurdo que puede ocurrir al vivir en un espacio comunitario propio de esta sociedad consumista e individualista, del llamado primer mundo. Tengo un depa ahora rentado en la ciudad de Girona, ciudad tranquila, de barrio judio reconocido mundialmente, con calles y fachadas restauradas, para que el turismo creciente en la zona, deambule, compre y tome fotos, con todo muy bien puesto.
Pero mi casa está en las afueras, en un barrio principalmente poblado por inmigrantes, norteafricanos y latinoamericanos que conviven y sobreviven con la sociedad catalana, no siempre acogedora. Mi edificio es nuevo, grande, moderno, con todo y lo bueno que esto implica: muchos vecinos, diversidad de caracteres, opiniones y zonas comunitarias que cuidar y mantener. En el centro de este gran edificio con forma de enorme transatlántico, la aberca comunitaria. Aunque en principio este debe ser lugar para el esparcimiento, la refrescada, la convivencia familiar y vecinal pacífica, la irresponsabilidad de algunos y la desconfianza de otros, lo convirtió en lugar con estrictas normas, horarios, restricciones, vigilante a tiempo completo y una lista.
Si, hay que estar en la lista de la alberca para poder acceder y disfrutar la inmaculada agua yodada y el pasto para asolearse.
Pero ayer me dicen que aunque siendo propietaria, por no vivir en el edificio, no puedo estar en la lista y por lo tanto, no puedo acceder a la alberca.
Después de algunas llamadas, un email educado a la vez que algo indignado al administrador de la finca, que cumple las estrictas normas impuestas por la asamblea vecinal, mostrando mi inconformidad ante tal normativa, ya aparezco en la lista de la alberca. Una alberca que requiere un mantenimiento costoso que pagamos religiosamente cada mes, junto con los demás gastos de esta comunidad de lujo, una alberca que ha sido motivo de controversia, más que lugar de encuentro y conciliación, una alberca a la que parece no gustarle el color de las pieles más oscuras y los acentos no comunitarios.
No estoy contenta de estar en la lista, solo se me hace justo poder disfrutar de un espacio donde refrescarme y compartir verano, junto con mis actuales amigos y arrendatarios. Que vergüenza que existan este tipo de listas,de irresponsabilidades, de restricciones, de poderes otorgados y tomados por algunos vecinos, que lástima tantos esfuerzos enfocados a la alberca, con la de cosas que nos quedan por arreglar.
Les invitaría, pero la neta, mejor nos damos un chapuzón en la alberca de nuestra amiga Rebeca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguro !!!!! ya sabes que en esa alberca no existe ninguna discriminacion.
Rosa siempre tan justa, tan humana y repetuosa, gracias por haber escogido este rincon de la tierra, decicion que nos ha dado el privilegio de conocerte y tenerte como amiga.
verónica