jueves, 5 de noviembre de 2009

DESCUBRIMIENTO

Comencé siendo una frase, me escribió una niña de quince años, estaba distraída durante la clase.

No fui ni siquiera una oración completa, solo una frase corta y escrita sin pensarlo mucho.

Ella escribió: Estoy enamorada y siguió con la mirada perdida entre el pizarrón y su compañera de enfrente.
La clase era aburrida y ella sólo pensaba en la tarde anterior, volvió a escribir, estoy enamorada, pero sin poner atención a lo escrito en el papel y se quedó pensando en peinarse igual que su compañera al siguiente día.
Yo la veía desde la hoja de papel en que me había escrito y me di cuenta como le fue llegando el recuerdo del aire tibio y los manos entrelazadas, los ojos de él fijándose en los de ella , antes sólo se miraban de lejos, de soslayo dándose a entender uno al otro que se gustaban.
Se quedó con la vista fija en mí y agregó un signo grande de admiración al principio, otro también grande y recalcado al final ¡estoy enamorada! ¡Estoy enamorada! Yo no era ya más una frase, era la admiración ante el suceso que recordaría toda su vida, la primera emoción maravillosa ¡se enamoró una niña! Y empezó una historia.
Ya no soy sólo una frase, soy un recuerdo vívido en la mente de una mujer empezando su camino para encontrar al compañero que tal vez será capaz de ayudarle a llenar su necesidad de cariño, tal vez no, pero esa frase que soy yo ¡ESTOY ENAMORADA! siempre estará con ella, yo siempre ¡estaré con ella!


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