lunes, 16 de marzo de 2009

GRITA



Escuchó aquel grito y se levantó asustada. Con la precisión silenciosa de las cuatro de la madrugada, identificó que procedía de la cama vecina. Era femenino, agudo y largo, al que siguió con voz firme de soprano, un rotundo, AAAYYY!
De nuevo el silencio. En unos segundos volvió a acostarse. Sintió como una gota de sudor le recorría la espalda, pero no abrió la ventana, las noches de aquel verano no eran sofocantes, pensó que aquella sudoración espontánea, iba a ser pasajera.
Pasaron unos minutos cuando escuchó un fuerte golpe en su cabecera, seguido de un rugido casi estremecedor, que interrumpió definitivamente su sueño de sábado solitario. Incorporada en la cama, encajó las emvestidas que traspasaban la pared de esa cama ajena, tapándose los oídos para amortiguar aquellos gemidos que descompasados, le golpeaban la cabeza con fuerza. Intentó ignorarlos y volvió a estirarse en la cama que su sudor incipiente empezó a mojar. Fue entonces cuando decidió abrir la ventana, pensó que el aire fresco que se bañaba en esa alberca comunitaria, llegaría rápido a calmar su calor.
Entró el aire acompañado de más gemidos reconocibles, masculinos e indiscretos. Procedían de la ventana contigua, de la habitación de ese piso vecino, de esa cercana cama ajena. Decidió cerrar la ventana, el sudor regresó de inmediato. Los gemidos y los golpes al compás, parecían haberse encerrado en la habitación con ella. La pared se había vuelto más delgada e insuficiente, la soprano y sus notas desgarradas al son de esa batuta casi diabólica, invadieron su habitación, todo el edificio.
probó con una raíz cuadrada, tenia práctica con ellas, desde que las noches no llamaban al sueño de inmediato. Pero en lugar de apaciguar su espíritu, cada vez se sintió más irritada, sin querer reconocerlo, casi se descubrió excitada con la interpretación de aquel concierto vecino desmesurado.
Dio unos golpes en la pared. Pidió silencio primero con discreción, más tarde con contundencia e impotencia, pero no cesaron los gemidos. Intentó calmar el desasosiego con una ducha fría, pero el agua cayendo con fuerza sobre su espalda no amortiguó la banda sonora lujuriosa, ni tuvo efectos relajantes. Un vaso de leche fría, galletas de chocolate, el control del televisor descontrolado en su mano, nada pudo contra aquello.
Salió de su departamento, con prisa y sin ropa, ya no quedaba más tiempo, ya no podía más, debía terminar con esa tortura. Tocó el timbre, insistió hasta que por fin unas risas dieron tregua a los insoportables gemidos, sintió los pasos firmes dirigirse a la puerta. Se abrió y allí estaba, imperturbable, con esa mirada llena de excesos, con la sonrisa de placer colmado recibiéndola.
No hubo tiempo para regaños y amenazas. En unos segundos sus gritos se unieron. Pensó por un momento en tantas camas vecinas con solitarios, deseando unirse a ese concierto desafinado de placer veraniego.

Ejercicio Situación Límite
Rosa Vila Font

1 comentario:

Rebeca dijo...

Que delicia es escribir y dejarse entonces llevar para lograr seguir soñando. Me acuerdo cuando una noche en un hotel sentimos de repente que el espejo de la pared se cayó por algunos movimientos extraños de la habitación contigua. Afortunadamente no tuve que salir desnuda, pero tampoco permanecí vestida durante mucho tiempo, simplemente seguimos con "la ola", epero, hacia las habitaciones vecinas, jajaja. Que no se detenga la ola, ah si y que sigamos escribiendo!!!!