sábado, 5 de septiembre de 2009

Autoras IV. Reivindicación femenina


Gioconda Belli, escritora nicaraguense que ha ganado prestigio por la calidad de
sus trabajos, tanto en la novela como en la poesía. Activista del
Frente Sandinista de Liberación Nacional en su país, ocupó cargos
políticos una vez terminada la Revolución,vivió exiliada en México y Costa Rica. Actualmente reside en Estados Unidos. La mujer, el erotismo y la lucha político-social están permanentemente inmersos en su obra.
De ella hoy pido prestado este poema para compartir la literatura valiente, vital, positiva y luchadora de esta mujer que me robó el corazón con su Mujer Habitada, novela que recomiendo no se pierdan.

No me arrepiento de nada

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

3 comentarios:

Alma y Letra de mujer dijo...

Que franqueza de la terrible realidad que vivimos algunas, que nos dejamos amedrentar por todas esas mujeres que cargamos, que no nos dejan vivir a plenitud, valiente y virtuosa ella, que vive y lo grita.
... saludos
veronica

jimena dijo...

Almidonada la vida en un cajón, que terrible! Que bueno conocerla Rosa, me encanto su poesía desbordada. La encuentro en el espejo mirando todo lo que pudo haber sido y no fue por instinto, por capricho, porque pasa a ser ahora parte del camino.
¿Y los genes? ja, esos son historia... nimodo

jimena dijo...

Almidonada la vida en un cajón, que terrible! Que bueno conocerla Rosa, me encanto su poesía desbordada. La encuentro en el espejo mirando todo lo que pudo haber sido y no fue por instinto, por capricho, porque pasa a ser ahora parte del camino.
¿Y los genes? ja, esos son parte de la historia :)