viernes, 31 de octubre de 2008

Jack o' lantern


Ahí estaba Jack, sentado tras la barra y sobre un banco. Sus dos manos se aferraban con fuerza a la superficie, cerca de su vaso otrora lleno de whisky. Desde lejos sólo se veía a un hombre dentro de una taberna, pensativo y alicaído. De cerca sólo descubrías a un bebedor sin una moneda para hacerse de más licor.

Vamos, yo puedo ayudarte, la voz del Demonio detrás de él era invitante y su gargante cada vez estaba más seca. Sólo si te conviertes en una moneda para que pueda tomarme el último sorbo de alcohol antes de irme contigo. Una vez cumplido su deseo la moneda fue directamente a la cartera de Jack, e inmediatamente después él hizo la señal de la cruz sobre ésta. El demonio estaba atrapado y no saldría al menos que le perdonara la vida. Accedió porque hasta Lucifer sabe negociar. Pero sólo serían 10 años.

Volvió al cabo de 10 años y Jack lo hizo de nuevo. Seré tuyo si antes alcanzas esa manzana por mí, como última voluntad. Satanás no pudo resistirse a este favor y una vez arriba del árbol Jack hizo la señal de la cruz en el tronco. No volverás nunca por mí, sólo así te dejaré libre. El Demonio hizo su promesa.

Al cabo de un año finalmente Jack murió. En el cielo no había oportunidad alguna: avaro, bebedor y jugador. En el infierno Luzbel fue claro con él. Yo hice mi promesa, Jack, tú no cabes en el infierno. Le lanzó una bola de fuego y Jack, quien venía comiéndose un nabo, la tomó con su otra mano y la colocó rápidamente dentro del vegetal.

¿Y ahora qué voy a hacer? Cuestionó Jack. Sigue tu camino de regreso por el valle de las sombras e ilumínalo con este fuego que yo te doy. Tu castigo será seguir vagando por siempre.

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