jueves, 30 de octubre de 2008

103

Pasa el tiempo y siempre tiemblo a la misma escala cuando leo mis escritos en voz alta, siento las manos frías y las venas calientes. Creí que con el tiempo me curaría pero ya me resigné a que es crónico como las alergias.
A pesar de mi terremoto interno sigo temblando y reconstruyéndome en el aula 103 a las 6:30. Ahí aparecen mujeres que padecen el mismo tipo de locura que yo, el soñar. No sólo les comparto mis historias, entran en ellas, saludan a mis personajes, platican con ellos, los analizan de pies a cabeza y me platican cómo les fue.
Por fortuna yo también conozco de cerca a los de ellas, exprimo sus pasos y hago jugo de naranja, aunque los saboreo igual que si estuvieran en gajos, con cáscara a la mitad, o como naranja completa todavía a la venta en el supermercado, de cualquier manera la esencia tan particular con la que cada una les da vida en sus ingeniosas historias, es muy refrescante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta tu estilo Car, espero estar viendo, muy pronto, el primero de tus libros... Jean