En poco más de dos meses, en el aula de literatura de la Casa de la Cultura de Hermosillo, los juegos de palabras, las risas, las figuras y otras invenciones literarias, han crecido y transitado con y por cada uno de los asiduos asistentes. Nos hemos divertido, hemos aprendido, reconociéndonos, aceptándonos y superándonos, con confianza y respeto.
Nos retamos a subir al escenario los versos encontrados y algunos cuentos chiflados, fruto de algunas horas de trabajo, y no ha sido tarea fácil. Pero el pasado jueves, vencimos penas y prejuicios y con nuestras mejores sonrisas e intenciones, le dimos voz a la tinta impresa, a la palabra escrita.
Se escucharon diversas modulaciones en versos inspirados e historias de parques solitarios, figuras en los espejos que reflejan estatuas de plata, sin dejar de contar a los cocodrilos en el supermercado que también se presentaron, para divertir y porque no, enorgullecer a padres pacientes y convencidos que la literatura, la expresión oral y la cultura, son necesarias para crecer como personas.
Les doy mil gracias a los alumnos, por hacer que valga la pena, que todo cobre sentido. A los padres cómplices, aplicados en el cariño y la educación de sus hijos. Y a los responsables de tan buena Casa, la de la Cultura, donde se cree y se trabaja para construir más locuras, escénicas, musicales, literarias y plásticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario