
Eran las cinco de la mañana, noviembre frío, oscuro yo venia del hospital donde había pasado la noche con mi hijo, acababa de dejarlo al cuidado de su padre.
Llegué a un semáforo en rojo, vi que no venía ningún automóvil, seguí mi camino, tres cuadras adelante volví a encontrar el semáforo en rojo, con cuidado me pasé, quería llegar a mi casa, estaba muy cansada.
Otro rojo, otra ojeada y adelante.
Dos cuadras después se me aparejó una patrulla con cuatro hombres adentro, bajé la ventanilla y les dije sin esperar a que hablaran: "ya no me voy a pasar otro alto, vengo del hospital y primero vi si venía alguien en sentido contrario" pero seguí avanzando despacio, me ordenaron que me estacionara, les repetí que no volvería a pasarme un semáforo en rojo, repitieron “parese a un lado” yo podía oír las risas de los dos hombres sentados en el asiento de atrás, al mismo tiempo que veía los ojos amenazantes del que me ordenaba , se adelantaron y me cerraron el paso.
Sentí mucho miedo, di reversa y les saqué la vuelta, corrí a toda velocidad, ahora si, me pasé dos altos sin ver si venia carro o no; le rogaba a Dios que estuviera abierta la reja de la entrada de mi casa;
no sé a que velocidad iba, lo único que quería era llegar rápido. Llegué y si, estaba abierto, me bajé corriendo, abrí la puerta de la casa y la cerré detrás de mi asustadísima.
La patrulla llegó casi inmediatamente, los hombres se bajaron y en silencio se metieron al jardín y se acercaron a la ventana de la sala.
Llamé a un vecino y le pedí que prendiera las luces de su casa , después le explicaría de lo que se trataba; en cuanto vieron luces, los hombres se retiraron.
Esto ocurrió hace veinticinco años.
Hoy, no me atrevería a salir sola a esas horas, no me pasaría ningún semáforo en rojo, no me arriesgaría a ser detenida y creo que ahora sería misericordiosamente protegida por la inmensa barrera de mi edad.
Ejercicio:
Situación limite
Autora:
Ana Imelda Martínez Soto