jueves, 10 de diciembre de 2009

La equivocación de Jorge

No puedo creer lo que me dijo Jorge. El es mi mejor amigo pero creo que esta equivocado, somos amigos de escuela y de barrio, él es el mas fuerte, siempre me protege, cuando salimos de la escuela generalmente voy a su casa siempre esta su mama, le digo tía de cariño, ella me trata muy bien, a veces me invita a comer. No entiendo por que mi mama tiene que trabajar tanto, tampoco entiendo por que no vive papa en casa.
Mama siempre esta muy atareada con su trabajo y los quehaceres de la casa. El otro día mis hermanos y yo estábamos viendo la tele, era un sábado, día que por lo general mamá hace aseo a conciencia, lavaba la ropa, acomoda cajones, es como un remolino; nos pidió que apagáramos la tele, que le ayudáramos recogiendo juguetes y tender camas, solo oía por respuesta un -ahí voy-. En tono muy enojado nos dijo: bueno ustedes no quieren una madre, quieren una gata, pues bien tendrán su gata.
Entra y sale de la cocina, con una actitud tranquila, nos pregunta usando un tono muy dulce, -¿quieren desayunar?-. Al unisonó decimos -¡si!-. En ese momento no notamos nada, hace unos ricos huevos revueltos, acerca una mesita a cada uno frente a la tele, nos sirve muy amablemente, con mucha extrañeza empezamos a comer, nos va llevando las tortillas calientitas, a uno leche sola, al otro leche con chocolate y al tercero con fresa, como sabe que nos gusta, y pregunta, -¿se les ofrece algo mas?-. Comemos, notando su cambio, tan amable, tan tranquilo, mi hermano le pregunta -¿que tienes mama?-, -Nada mi amor, solo he dejado de ser madre, para ser gata-.
Se va tranquila a recoger juguetes, tender camas, pasa frente a nosotros de aquí para allá, tan tranquila y resignada. Nos miramos unos a otros, pregunta, si quedamos satisfechos y tímidamente decimos que si, recoge los platos los lleva a la cocina, mis hermanos hablan entre si, dan por echo que se acaba de volver loca. Voy a la cocina, saco un cuchillo, me acerco a ella y le digo poniéndome el cuchillo en el pecho -¡vuelves a ser la de antes o me mato!-, voltea lentamente me mira con indiferencia y dice –matate-. Sigue lavando los trastes, para entonces ya estamos los tres llorando, pensando que esta totalmente demente, mi hermano mayor le habla por teléfono a papa, angustiado le dice -¡papa, papa mama se volvió loca!-. Papá pide hablar con ella, mamá le explica, que como no quieren cooperar en el aseo de la casa, tomo esa actitud, por impotencia, cansancio y desesperación. Papá pide hablar con nosotros, nos llevamos es un buen regaño, por no ayudar, nos dice que seamos mejores hijos. El susto provoca, sin decir nada, que uno salga a barrer la calle, otro a sacudir, yo cooperando con los dos. A partir de ahí volvió a ser la mama de antes, cariñosa y regañona.
La navidad se acerca y mamá nos dice que vamos a ir a México a pasarla allá, en casa de mi tía Linda, nos da mucho gusto.
Pensaba poder comprobar lo que me había dicho Jorge, ahora con este viaje no podría, era lo de menos, nos vamos en tren, es la primera vez que viajo en uno, es como un pequeño departamentito con baño y camas que tienden por la noche, muy divertido, mamá se preocupo por llevarnos una grabadora con nuestros cuentos favoritos.
La casa de mi tía Linda, es grande y lujosa, arreglada con un gran árbol, y adornos por donde quiera, veíamos todo con gran admiración.
El 24 es todo un trajín, bañando niños y arreglándose los mayores. Llego la hora de la cena, todo muy formal y elegante, muchos invitados, la familia de mi tía Linda y la del tío Luis, atendidos por meseros, copas y velas en las mesas, me sentía un poco raro pero disfrutamos mucho, de repente se empiezan a oír cascabeles y campanitas, sorprendidos buscamos de donde vienen. El tío Luis dice, -parece que llego Santa-.
Salimos corriendo a ver, era “El” Santa Claus, con un gran costal, nos saluda y empieza a sacar juguetes y mas juguetes para todos los niños que ahí estábamos, a mi me dio unos muñequitos de “G.I. Joe”, a mi primo los muñecos con nave y todo, no importa, me ingenie para hacer de los empaques de los juguetes de ellos una gran nave, al cabo de un rato todos estábamos jugando con mi nave inventada, fue una navidad inolvidable.
Solo deseaba regresar a casa para decirle a Jorge que estaba equivocado.


¡Santa si existe!



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