domingo, 18 de octubre de 2009

En bicicleta

La vida se percibe con otra perspectiva en bicicleta. La descubro montada en el asiento de una bici verde reciclada que me prestan con mucho cariño, para bien de mis músculos, mi equilibrio físico y mental.
La educación vial algo descuidada en general y en concreto en este ciudad, hace que aguze mis sentidos cuando manejo al principio con cierta torpeza, estos pedales poderosos, compañeros de confidencias bicicleteras con escenario de mis puestas de sol preferidas.
Mi atuendo que pretende ser deportivo, contrasta con los demás usuarios de este medio de transporte, trabajadores la mayoria, que lo usan no por deportividad, sino por necesidad. También mi actitud es distinta a la hora de lidiar con camioneros y demás conductores, mi miedo al cruzar calles, puentes y colonias, no se ve por ningun lado en la actitud de estos ciclistas involuntarios que cruzan descampados y monte para llegar antes a sus casas.
En estas dos semanas pedaleadas en tardes de nubes sin demasiado calor, reconozco mi colonia, sus vecinos, los olores, las vidas, tan distintas, tan iguales.
Veo vidas tiradas en el canal del río, arruinadas por el alcohol;perros, esos seres queridos que sobreviven y me saludan tristes a mi paso, a los que pasearia por un rato, solo por dejar de ver esa expresión de soledad en sus rostros.
Veo niños tras balones, tras muchas sodas, tras padres distraidos, sin rastro de padres.
Veo suciedad en las calles, basura que creamos, acumulamos y no eliminamos adecuadamente. Escucho al señor de la gasolinera que nos reconoce por algunas llantas ponchadas, quiere plática, le sobra aburrimiento.
Veo colonias reviviendo como Villa de Seris, toda una historia ahora convertida en paseo; veo colonias en transformación, veo colonias surgiendo de la nada, algunas otras muriendo.
Veo los cerros pelados, impasibles vigilando la ciudad, a los unos y a los otros, a los que nos atrevemos a andar en bici ahora que el calor arrecia y a los que no pueden permitirse esta mirada.
Y siento el aire y lidio con las aceras dañadas y sonrio al sentir mis músculos y pienso que vale la pena cada pedaleada, que vale la pena vivir también al ritmo de la bici, aquí sin carril ni semáforo especialmente creados para usuarios de tan sano y ecológico medio de transporte.

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